Las personas portadoras de la Sífilis, Hepatitis B y C tienen mayor probabilidad de contraer el VIH que una persona que no tiene una enfermedad de transmisión sexual, esto se debe a que las mismas conductas de riesgo te exponen al VIH. Además, una llaga o herida en la piel causada por una ETS ayuda a que el VIH entre con más facilidad a tu organismo.

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Es el tiempo que va desde que la persona ha adquirido el virus hasta el momento en que su cuerpo ha producido la cantidad de anticuerpos que pueden ser detectados, esta fase es increíblemente infecciosa y puede transmitir el VIH.

La prueba de ELISA puede ser realizada transcurridos al menos tres meses desde la última práctica de riesgo, nuestro test rápido VIH de última generación reduce el periodo de ventana para la detección del antígeno p24 y anticuerpos Anti-VIH a 15 días y es concluyente en un 99,97% después de 21 días desde la exposición de riego.

Las personas infectadas recientemente son mucho más contagiosas porque su carga viral es elevada, una pesquisa temprana permite un tratamiento inmediato y evitar la transmisión durante esta fase increíblemente infecciosa.

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El mejor momento es ahora, la mejor manera de recuperar tu tranquilidad y averiguar tu real condición es con nuestro completo panel de 4 pruebas que verifican las ETS más comunes.

La mayoría de las enfermedades son silenciosas y no muestran síntomas, puedes ser portador de alguna de ellas y sin saberlo transmitirla a otros. 

Si sospechas que has contraído una ETS mediante el contacto sexual sin protección, el uso de equipos de inyección de drogas o el contacto con sangre infectada, es importante que te realices la prueba lo antes posible para evitar complicaciones de salud.

Después de infectarse con el VIH, los síntomas son similares a los de una gripe y la sintomatología aparece entre una y cuatro semanas después del contagio y su duración oscila entre 3 a 10 días, aunque puede prolongarse más tiempo.

Los primeros síntomas del VIH que pueden aparecer de forma aislada o conjunta incluyen:

Fiebre; dolor de cabeza; dolores musculares y articulares; dolor de garganta; sudores nocturnos; fatiga, cansancio, ganglios linfáticos inflamados en el cuello o en otras regiones; erupciones cutáneas; diarrea; náuseas y vómitos; aftas o úlceras en la boca o en los genitales.

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